Los aromas añadidos a nuestro platos son los que definen y redondean el resultado final, dan una personalidad única al ingrediente principal y lo resaltan bien complementándolo, bien por contraste. Uno de los aditivos más comunes y que nunca falta, salvo prescripción médica, es la sal, un gran potenciador del sabor del que no conviene abusar pero que es casi imprescindible. 

El de la sal es un mundo increíble en el que vale la pena adentrarse y explorar cada rincón, dejar que este ingrediente cristalino aporte un toque mágico a nuestros platos y paladares tanto a través de los distintos tipos de sal como combinando la sal con otros ingredientes (líquidos o secos) que la aromaticen y promuevan un paso más allá en el disfrute de la mesa.

Es el turno de la Sal de rosas, mandarina y romero... una explosión de aromas equilibrados a la vez que potentes, ideal para pescadosariscos y carnes blancas, aunque creo que hay que probarla con las rojas, con verduras y con frutas. Sea como sea no deja indiferente, desde el primer minuto enamora.

* Los pétalos de rosas deshidratados los encontraréis en las herboristerías, aunque si tenéis rosas no tratadas (aptas para consumo) sólo hay que deshojarlas y secar los pétalos durante unas horas en lugar cálido.

* La cáscara de mandarina seca la preparamos con la parte coloreada (eliminamos lo blanco) de las mandarinas, previamente bien lavadas u orgánicas, y dejándolas secar unas horas en lugar cálido.